IV PUJADA A LA PENYA EL FRARE

Cronica  de Toni

Son la siete de la mañana cuando sonaba el despertador que sin ninguna delicadeza, nos arrebataba una hora de sueño debido al cambio de hora.

La mañana de la carrera nos daba la bienvenida con un día soleado aunque soplaba un viento desagradable que iba hacer mas dura la carrera.

A las nueve de la mañana me acerco a por mi dorsal al stand que la llebres montaron en la plaza del matzem, tras los saludos de rigor a toda la gente conocida que allí se encuentra, me dispongo a calentar un poquito las piernas cuando se unen al calentamiento Anselmo y Fullana y un rato después mi hermano Juanma.

Una vez colocados en la línea de salida, y después de desearnos una y mil veces suerte, se produjo el rutinario discurso de la organización. A continuación salida, y los corredores vuelan en desbandada. ¡Que manera de correr! Estaba clarísimo que la euforia nos engullía.

Nadie diría que nos esperaban por delante 16 kilómetros durísimos, que hacia calor y viento. La primera parte de la carrera, constaba de diez kilómetros siempre hacia arriba, pero lo realmente duro son los últimos tres, antes de coronar, sin olvidar la primera rampa de hormigón al inicio de la subida.

Me plantee una carrera rápida sin reservar en la subida, pensando en recuperar después en la bajada, ¡Error! Debí de hacer caso a mi amigo Didac, compañero de bicicleta y de las Llebres, el cual me advirtió el día antes que reservara subiendo ya que lo necesitaría en la bajada.

Una vez dejado el sendero de montaña que nos llevo a la vía del tren, me note la piernas pesadísimas y a pesar de correr en llano, sufría en cada zancada que daba. Eso hizo que los últimos cinco kilómetros de la carrera se hicieran interminables, pero a pesar de todo, la llegada a meta y ver a Susana, su madre y Mari hizo que apareciera una gran sonrisa en mi rostro.

Sin ninguna duda esta es la prueba a pie, mas bonita que he corrido y espero que sea la primera de una larga lista.